domingo, 23 de octubre de 2016

LA MEJOR DIETA PARA MÍ, TAL VEZ TAMBIÉN PARA TI?


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No existe una dieta de alimentación perfecta. Cada persona tiene sus particularidades, necesidades, aspiraciones, etc. Mucha gente se alimenta para saciar el hambre, sin tener una idea de qué alimentos son más convenientes para la salud. En nuestras sociedades actuales a la hora de elegir los alimentos influyen, por lo menos, cuatro factores fundamentales:

1.- En primer lugar, las costumbres heredadas de nuestros padres y antepasados. 

Como sucede con otras costumbres, como la influencia de las religiones o del idioma, nuestros padres aprendieron de nuestros abuelos a elegir los alimentos y prepararlos en distintas formas. Ellos se fueron adaptando a lo que imponían invasores de otras culturas y mezclaron las nuevas comidas con las heredadas de sus ancestros.

2.- La publicidad de las grandes empresas multinacionales y nacionales más las inversiones y especulaciones de las mismas.

Los comerciantes viajeros fueron llevando y trayendo productos de diveras regiones, de acuerdo a sus intereses. El desarrollo del transporte facilitó el intercambio de bienes entre distintos países y continentes, favoreciendo en primer lugar a los mercaderes y en segundo lugar a los transportistas. En tercer lugar se beneficiaron los países desde donde venían originalmente los comerciantes y transportistas. A medida que nacía la sociedad industrial, el comercio crecía y se fueron formando monopolios y empresas multinacionales o transnacionales. Estas empresas tienen cada día mayor influencia y son las que imponen una cultura alimentaria global, que se extiende por todo el mundo. En esa nueva cultura alimentaria están incluídos los productos provenientes de manipulación genética, que pueden afectar negativamente las defensas naturales del organismo humano. Al mismo tiempo, se fabrica todo tipo de productos innecesarios que aparentemente son alimenticios pero en realidad son nocivos para nuestra salud.

4.- Las características de cada región o país, que ha permitido cultivar o producir alimentos adaptables al clima de cada lugar.

En las culturas ancestrales se trataba de sobrevivir, sin pensar cómo. Se supone que nuestros más lejanos antepasados se alimentaban de carne de otros animales, tanto herbívoros como carnívoros. Hay estudios que demuestran que en algunas sociedades primitivas también se practicaba el canibalismo (VER). Algunos primates fueron más herbívoros que carnívoros, otros al contrario,  más carnívoros que herbívoros. Se aprovechaba lo que había al alcance, lo que se podía obtener gracias a la recolección de frutos, hojas, tallos y raíces de plantas (VER).
A medida que la agricultura y la ganadería se fue desarrollando, cada grupo de habitantes criando o cultivando las plantas o animales que mejor se adaptaban al clima de su región. Luego, gracias a la tecnología, se fueron fabricando alimentos elaborados y/o refinados. En los países más adelantados económica y tecnológicamente se empezaron a producir alimentos en viveros y en recintos protegidos de la influencia climática.

Actualmente hay miles de variedades de productos elaborados en distintas formas. En los procesos de elaboración se utilizan diversos métodos que aseguran la durabilidad de los alimentos y para ello se usan aditivos y conservantes. Para que sean más llamativos se agregan colorantes o otras sustancias que les dan brillo o una forma agradable a la vista. La mayoría de esas sustancias son perjudiciales para la salud. Además, en muchos casos se les agrega azúcar o sal o ambas cosas. Si además de eso cuando nosotros los preparamos en nuestra cocina le ponemos aún más azúcar (VER1, VER2) o sal (VER1, VER2), dos enemigos peligrosos para nuestro organismo.

Si queremos mantener o mejorar nuestra salud debemos tomar medidas urgentes buscando más información y aprendiendo a variar nuestra alimentación. Debemos dejar a un lado las formas tradicionales, que hemos heredado de nuestras familias o que hemos aprendido a lo largo de nuestras vidas. Fuimos enganados miles de veces, creyendo que nos alimentábamos bien. Tenemos que despertar y aprender cosas nuevas, elegir los mejores alimentos y en la forma más natural posible. Se puede variar mucho al incorporar más verduras y frutas en nuestra dieta, granos y semillas de toda naturaleza. Para quienes aún comemos carne, limitar la cantidad, tal vez comer carne sólo una vez a la semana, por ejemplo. Hay muchos otros productos que pueden reemplazar las proteínas que encontramos en la carne. 


ENLACES:

LA COMIDA ENFERMA
Trozo de este artículo: Hipócrates, médico griego considerado el padre de la Medicina moderna, escribió: "Que tu alimento sea tu medicina y tu medicina tu alimento". Sin embargo, como afirma Sergio Abanades, doctor en Farmacología y director médico de la clínica Omega Zeta de Barcelona, "la alimentación se ha convertido en una de las causas más importantes de enfermedad en el mundo desarrollado".

VERDE QUE TE QUIERO VERDE
Trozo de este artículo: "A los doce o trece años dejé de comer carne porque tenía una sensibilidad muy grande con los animales y no me pareció muy correcto seguir alimentándome de ellos", explica Lara Fernández de Mazarambroz, recién licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Lara es vegana, es decir, no come ningún alimento que provenga de la explotación animal. Tampoco consume productos testados en animales o fabricados con ellos, ni acude a espectáculos como el circo, las carreras de caballos o el zoo. En definitiva, no participa en "nada que pueda repercutir en el malestar de un animal".

UNA DIETA SALUDABLE ALARGA LA VIDA
Trozo de este artículo: Cambios en la alimentación hacia una dieta saludable, además de modificaciones del estilo de vida como más ejercicio, control del estrés y más apoyo social, pueden generar telómeros más largos, las partes de los cromosomas que afectan el envejecimiento. Muchas formas de cáncer, demencia, accidente cerebrovascular, enfermedad cardiovascular, obesidad, osteoporosis y diabetes son algunas patologías relacionadas con el envejecimiento que se han vinculado a la longitud de los telómeros.

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