LA EVOLUCIÓN DE NUESTRA ALIMENTACIÓN, DESDE LA PREHISTORIA
Nunca ha sido fácil sobrevivir. Desde que los primeros humanos se refugiaban en las carvernas y en las copas de los árboles hasta nuestros días hay enormes diferencias, es algo que todos hemos entendido desde hace mucho tiempo. Pero en algunos aspectos somos tan o más vulnerables como en los comienzos de las sociedades humanas. La esperanza de vida era de muy pocos años, comparada con la esperanza de vida en la actualidad, que puede superar los 100 años.
En los últimos dos siglos hemos tenido la ventaja de muchos conocimientos científicos y tecnológicos aunque arrastramos aún formas de pensar y de comportamiento muy retardatarias, que nos atan al pasado y que frenan nuestro desarrollo. Somos, incluso, menos libres que cuando nuestros antepasados corrían por praderas y bosques y atravesaban montañas, ríos y lagos para buscar mejores condiciones de vida o para huir de animales salvajes y otros peligros. Entonces no habían límites ni fronteras. No había prohibiciones de asentarse donde fuera más conveniente, no existía la propiedad privada ni estatal ni de otra índole, porque todo era de todos. Se supone que las primeras sociedades, aglutinadas en clanes o tribus, vivían en comunidad. Sus alimentos eran los frutos de los árboles, raíces y semillas. Posteriormente los humanos o los primates antecesores incluyeron en su dieta la carne de animales. Para combatir el frío usaban las pieles de esos animales.
A medida que las sociedades humanas crecían y se desarrrollaban, se descubrían e inventaban nuevas formas de alimentación, vestidos, vivienda y transporte. El primer descubrimiento (invento o innovación) que impulsó un cambio drástico en la vida de los humanos fue el fuego. Luego aprendimos a conservar los alimentos; más tarde, la forma de producirlos (VER 1) (VER 2). Sólo ese proceso tomó mucho tiempo en lograrse, no fue cosa de un solo minuto, ni siquiera de un año o un siglo. Los primitivos humanos necesitaron milenios para llegar a darse cuenta de la utilidad del fuego y mucho más tarde para encenderlo, frotando palos o piedras, hace aproximadamente un millón y medio de años. Mucho más tarde se aprendió a conservar los alimentos, gracias a la sal, hace unos 7 000 años.
Otro invento que dio un gran impulso al desarrollo de las primitivas civilizaciones fue la rueda, hace unos 3 200 años a.c. Mucho antes, el ser humano había aprendido a usar herramientas y utensilios hasta llegar a la época actual, en la que el desarrollo tecnológico avanza a un ritmo increíblemente rápido. Cada minuto se descubren nuevas cosas y se inventan otras tantas. Un artefacto o máquina queda obsoleta en cuestión de meses o semanas, al aparecer nuevos aparatos que tienen mayor capacidad y mejores funciones.
El problema está en la imposibilidad de que todos los ciudadanos del mundo puedan aprovechar las ventajas de esos adelantos. Lamentablemente, la mayor parte de la población no tiene acceso a ellos. Y es más, de los bienes que se producen, su consumo está dirigido por la publicidad financiada por grandes empresas interesadas en obtener ganancias, no de prestar un servicio a la sociedad. En las primeras civilizaciones nació el comercio, que fue una forma de reemplazar el trueque, una forma de intercambio y distribución de bienes de consumo entre los humanos. Más tarde se usaron algunos productos como moneda de cambio, como la sal, en la época del Imperio Romano, que copiaron su uso de los griegos. Curiosamente, en México ya se usaba la sal como medio de cambio hace 2 500 años a.c. Más o menos, en la misma época que se usaba la sal en Grecia se inventó la moneda metálica, en Turquía, 640 años a.c.
A medida que se iba aprendiendo a cultivar cereales y a criar animales, fuimos aprendiendo a cocinar en distintas formas. El objetivo primario era saciar el hambre, hasta que nuestros antepasados entendieron que, además de eso necesitábamos nutrientes para reponer energía y para fortalecer nuestras defensas inmunológicas, aunque aún era muy vaga esa idea. Era una especie de instinto, más que conciencia de necesidad alimentaria. Cada pueblo, en distintas regiones, fue desarrollando la cultura culinaria, aprovechando lo que tenían a su alcance. Así como se aplicaban nuevas técnicas, que hacían variar la alimentación, se cometían errores en su elaboración, como se cometió errores en la producción de muchos bienes. Para llevar el agua potable a las viviendas, por ejemplo, se utilizaban cañerías de plomo (VER), que envenenaba este necesario líquido. Hasta hace muy pocos años se utilizaba el asbesto en el aislamiento de las viviendas y en los frenos de los automóviles, por ejemplo (VER). En el suelo hay radiación que nos puede llegar en forma de vapor. Muchas viviendas no tienen protección contra esas radiaciones y muchos materiales de construcción favorecen la concentración de los gases radiactivos (VER 1 VER 2). Uno de los factores que hacen acumular el radón es la falta de ventilación en las viviendas. La gente no ventila sus viviendas en forma adecuada, lo que favorece la concentración de este peligroso elemento. Ese es un problema que se agudiza actualmente, a causa del uso indiscriminado de la calefacción, en países fríos y del aire acondicionadoo en las países cálidos. He puesto solo algunos ejemplos de cosas en las que, por muchos milenios o siglos, se desconocía sus riesgos, como también sucedía con la preraración e ingesta de alimentos.
La alimentación sana es un derecho que debería estar incluido en la Constitución. Tanto las empresas productoras de alimentos como las instituciones que regulan sus actividades deberían tener la obligación de informar a la población sobre todos los últimos conocimientos adquiridos para que la gente se pueda alimentar bien. Como he dicho en reiteradas oportunidades en mis blogs, alimentarse bien no es comer más, sino utilizar productos sanos, bien elaborados y en cantidades limitadas. Se debe utilizar productos ricos en proteínas, hidratos de carbono, vitaminas y minerales en forma proporcionada. La publicidad de alimentos nocivos debería estar prohibida; también su elaboración. Muchos de los alimentos que se venden son, en realidad, verdaderos venenos para el organismo humano. Otro aspecto importante es la forma de cocinar los alimentos. Se debe revisar todas las formas actuales de preparación de alimentos, haciendo valer la calidad, no la tradición. Las tradiciones son solo costumbres que han prevalecido en el tiempo, porque antes no había los conocimentos que hay en la actualidad.
Si bien hay algunos alimentos o "productos buenos para el paladar" que no son peligrosos en pequeñas cantidades, sí lo son en grandes cantidades, sobre todo cuando su consumsión es repetitiva y reiterada. Ejemplo de este tipo de productos son las patatas fritas, las golosinas, los cereales azucarados, las semillas saladas y todos los productos de repostería, entre otros. También son nocivas muchas comidas preparadas industrialmente y la carne ahumada o conservada utilizando muchos aditivos y colorantes.
En esta entrada no hay espacio para explayarse mucho sobre otros alimentos, como las grasas saturadas, la carne roja o la carne de cerdo, por ejemplo. También en esos casos debe limitarse el consumo, no prohibirse, pero evitar los excesos.
Lo anterior es imposible si no se legisla sobre la información, regulación y necesarias sansiones para quienes no cumplan con normativas sanitarias. La comida del el futuro tiene que ser muy diferente a la actual. Gracias a nuevas tecnología se puede lograr la conservación de alimentos perecederos, tanto en forma industrialcomo en forma artesanal. Entre ellas se cuentan las siguientes: encurtidos, desecación y envase al vacío.
Una buena alimentación, combinada con ejercicios físicos adecuados (tanto ejercicios cardiovasculares como de fuerza) puede prolongar la vida. Pero más importante que alcanzar altas edades es evitar las enfermedades, vivir lo más posible, pero sin sufrimientos innecesarios.
Muchos de nuestros órganos se fortalecen con los buenos hábitos. En anteriores entradas me he referido a distintos órganos, entre ellos el cerebro. Aunque deberíamos usar la palabra encéfalo, de la que el cerebro es una parte. En una de mis anteriores entradas me he referido al hipocampo. Hoy quiero escribr sobre el hipotálamo.
¿QUÉ FUNCIONES TIENE EL HIPOTÁLAMO?
Entre otras funciones, el hipotálamo es el encargado de controlar la temperatura, el hambre y la sed, la reproducción, el sueño, los deseos y las emociones.
Fuente |
VÍNCULOS SOBRE LAS FUNCIONES DEL HIPOTÁLAMO
PUNTO CALIENTE: INTERESANTE EXPERIMENTO Sobre el envejecimiento y los cambios genéticos, además de la dieta y estilos de vida.
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